Fue un partido bonito de ver por la superioridad de los leones, esperábamos más de los rusos, la verdad, pero lo emocionante vino al final, con la vuelta al campo que realizaron los jugadores para agradecer el empuje de los que allí estábamos. Cuando ya se dirigían al vestuario, allí estaban esperándolos una muchedumbre que les tocaba, felicitaba, pedía autógrafos, camisetas, botas, cascos…por pedir? menos botas la familia Tatami se llevó de todo, hasta un trozo de césped o unas vendas gastadas, cualquier cosa que recordase ese día.
Tras el partido, picnic al lado del campo y tocata en el Central. De s8 a s60, equipos mixtos, jugadores de otros clubs, estreno de balones y a revolcarse donde minutos antes lo hacían los jugadores de la selección.
Tras despedirnos del Central, vuelta a casa en el autobús e incontinencia de emociones. Todo el resto del viaje estuvimos amenizados con el clásico que ha llegado a las nuevas generaciones, La Ramona, interpretada por el coro de jóvenes tatamitas que además del hit, no se olvidaron de cantar el himno del Tatami…varias veces.
Pasadas las 21:30 de la noche llegábamos a Valencia, el viaje acababa, pero empezaba el sueño.
¡¡¡Somos el Tatami!!